Cuando de poligamia hablamos

Cuando de poligamia hablamos

Por MARTHA RÍOS | Corresponsal Eje Cafetero

Este concepto de relacionar la inteligencia con la fidelidad, respecto a los hombres, es un concepto que encuentro en algunos escritos y parece que el tema está en boga en estos momentos y todo lo que de allí se desprende, pues se considera muy hábil al hombre que puede asirse de cuanto argumento y estrategia haya para salir avante de la situación, es más, es como una especie de deporte extremo y competencia con él mismo, para saber que al final de antemano cree va a salir bien librado, por que no le podrían comprobar lo contrario.

Y hay más, hay que “seguirlo practicando” para mejorar las técnicas respecto a la personalidad del que es, por así decirlo, víctima de sus proezas. Desarrollan esa habilidad casi que a niveles extremos y, con el afán de ufanarse ante sus amigos de la misma especie, que pareciera al unísono compartan la premisa, hecho que se celebra y hace que saquen pecho, como un falso ídolo.

Pero ellos no son infieles solos ni se puede aseverar que es exclusivo del género masculino, no se trata de enjuiciar, señalar, criticar, allá cada quien. Es una definición injusta, como si ser hombre fuera el antagónico del día a día, ¡no! no es así. Es cuestión de valores humanos, de la conciencia y del otro lado es inseguridad ”dime de qué presumes y te diré de que careces”.

Es real que un hombre o una mujer inteligente saben conservar al ser valioso que tiene, que no se trata de cuántos o cuántas tengan sino de uno o una que valga la pena y que esté a la par, no es una olimpiada de cama en cama ni tiene que ver con la medición de inteligencia. Hasta es permitido en otras culturas aquello de la poligamia y  pues de ahí se desprende que, siendo muy colombianos, entre gustos no hay disgustos.

Mejor es relacionar el coeficiente intelectual, el avance de la especie humana (aunque hay quienes se degradan a niveles muy bajos), la seguridad, cultivar una personalidad firme, preparación, etc. junto a nuestra bien ponderada malicia indígena, para no caer en las garras de ellos o ellas; donde nos convierten en el blanco de sus profundas incertidumbres y desequilibrios, mostrándonos como un trofeo del que sabe el victimario o victimaria, que no es merecedor. Pero sí en el fondo sabe que enriquece un vacío de presumir de lo que no es, ni de lo que es capaz, claro que ese concepto lo comparte con quienes están de acuerdo con ese proceder, o sea sus congéneres, los inseguros pero eso sí, nuestro sexto sentido muy pocas veces falla, ese mismo del carecen ellos ¿entonces somos más inteligentes nosotras? ahí los dejo pensando.

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